
11 Ago Tony Hawk un juego de época que nadie sabía realmente cómo jugarlo bien
Los títulos de la saga Tony Hawk gozaron de una enorme popularidad desde que el primer juego debutó a finales del siglo pasado, impulsados por el nombre del skater más famoso y laureado del momento. Tony Hawk no era solo una cara reconocible: sino toda una garantía de calidad y excelencia en plena era dorada del skateboarding. Mientras que muchos jugamos de niños y adolescentes a los distintos juegos de esta franquicia, realmente nadie sabía cómo hacerlo bien, porque bajo su fachada de juegos arcade, escondían un componente de simulador tremenda e inesperadamente exigente.
Creíamos que sabíamos jugar a los Tony Hawk, pero no teníamos ni la más remota idea de lo que hacíamos, a continuación compartimos la experiencia de un jugador en sus comienzos y en la actualidad. “Hacía mucho tiempo que no jugaba a un juego de Tony Hawk, y aprovechando que han puesto Tony Hawk’s Pro Skater 3+4 en Game Pass, decidí darle un tiento. Llevando apenas un par de minutos a los mandos, me horroricé porque no era para nada como recordaba a los originales por dos motivos clave: el sistema de control y su elevado nivel de exigencia.
Esta entrega es un recopilatorio de dos remakes del tercer y cuarto juego numerado, tal y como ya hiciese en 2020 Tony Hawk’s Pro Skater 1+2 con los dos primeros títulos. Ahora bien, lo que pretendía que fuesen partiditas amenas con un toque nostálgico, se convirtieron en un infierno porque el personaje se la pega de una manera asombrosamente fácil, lo que dificulta realizar los trucos. “No puede ser”, pensé. “No puedo ser TAN malo”, me repetía a mí mismo mientras intentaba superar el tutorial. Al final, tuve que tirar de la opción cobarde, y habilitar todas las ayudas que el juego pone a tu disposición, como equilibrio infinito, barra de especial ilimitada, o no caerte nunca del skate. Toda una deshonra; me sentía sucio por haber tenido que recurrir a estas asistencias.
Cuando jugaba con los colegas a las primeras entregas en PSX, no recordaba un control tan aberrante en el sentido de que requiere un gran nivel de precisión a la hora de realizar los trucos en función de la propia posición del personaje y del entorno. Y he aquí el principal problema de estos juegos: por temática y estética, están pensados para un público generalista o, como mínimo, interesado en este deporte. Ahora bien, requiere invertir horas y horas para dominar el manejo al milímetro, lo que cuadra con un perfil de jugador hardcore al que no suelen interesarle los juegos deportivos.
Recuerdo que, precisamente debido al desconocimiento a la hora de realizar acrobacias y trucos relativamente elaborados, cuando me tocaba jugar contra algún amigo en una partida a ver quién se hacía más puntos, recurría a abusar de los grinds por las sempiternas barandas y cornisas que pueblan la mayoría de los escenarios: era un truco fiable, fácil de realizar y que no requería alguna destreza adicional como mantener el equilibrio del skater. La cosa llegó a límites tan bochornosos que tuvieron que prohibirme ex profeso que grindara para hacer las partidas más justas.
A donde quiero llegar con esto no es a vilipendiar los videojuegos o llamarlos “malos”, sino que mi conclusión es que la nostalgia nos ciega. Como muchos jugadores, yo también atesoraba muy buenos recuerdos de estos títulos, pero realmente no sabía qué diantres estaba haciendo cuando me picaba con mis amigos. Algún grind o manual suelto, y poco más; nada excesivamente elaborado, y como resultado tenía puntuaciones bastante modestas. No me he dado cuenta de esto hasta que, más de veinte años después, me ha dado por jugar a los remakes.
Quizá precisamente ahí es donde reside el encanto de los Tony Hawk: eran juegos que hacían que nos sintiésemos habilidosos sin serlo realmente. Nos dejaba creer que dominábamos un deporte de riesgo desde el salón de casa, aunque no tuviésemos ni pajolera idea de lo que hacíamos. Ahora que los he vuelto a jugar con otros ojos, y más entrado en años, me doy cuenta de que su profundidad estaba ahí desde el principio; sucede que, por desconocimiento y falta de habilidad, no supimos verla.
En lugar de acumular puntos a base de concatenar trucos, nos entreteníamos haciendo el cabra por los escenarios, intentando hacer que el personaje se estrellase de formas tan dolorosas como espectaculares. Y por eso estos remakes no son solo pequeñas cápsulas del tiempo que nos devuelven al pasado, sino que también nos enfrentan a nuestras propias limitaciones a los mandos. El quid de la cuestión es, ahora que he salido de la caverna de Platón, averiguar si tendrá la suficiente habilidad —y paciencia— para completar el juego al 100%.”
Sorry, the comment form is closed at this time.